sábado, 26 de abril de 2008

Depresión intermedia

"¿Qué es la vida? Un frenesí."
Pedro Calderón de la Barca

Siéntase al borde de la cama, al borde del abismo, al borde del borde.
Lápiz y papel, crónica flaitonga, deprexcore, la pobreza del espíritu que se condice con la pobreza material de la Villa Los Claveles, y el incesante reggaeton de las casas aledañas, y el Jose que llama al Pato y el Pato que llama al Jose y el Jose que llama al Pato (un amago de amistad condicionado por el alcoholismo en masa que envenena los hígados y destruye las familias del pasaje La Loica), y el pito y la coca, y la Coca con su local clandestino de venta de alcohol, y los pendejos que tocan el timbre para preguntar puras hueás, y el pendejo encerrado en su pieza sentado al borde del abismo, al borde del borde, al borde de la nada y al borde del colapso y de las lágrimas que no quieren salir porque el pendejo es fuerte o aparenta serlo. Pendejo llorón freak cagado de la cabeza pobre destrozado que se descarga en la lectura obligatoria para el plan común de Lenguaje. Pendejo sumido en la tristeza y en el reggaeton y en el callampeo vecinal que acontece a diario en esa franja de territorio larga y angosta que no es Chile, donde todo es copete y distorsión, donde el núcleo de la sociedad no es la familia porque apenas las hay, y si las hay, están tapadas en deudas escolares producto de estafas comerciales (y considérese que el Centro de Padres y la Universidad no se pagan con Tarjetas Más), y pierden dos meses de sueldo pero ganan dos meses de desesperación y endeudamiento hasta el pico y el hoyo y el punto G y la garganta llena de semen eyaculado por el pene extra largo y grueso de la economía social de mercado y la educación monopolizada; eyaculación infecciosa que te llena de enfermedades de transmisión social y que no es tibia sino fría como la noche en el Desierto de Atacama (y es que te cagai de frío, conchetumare). Por mientras busca inútilmente el oasis, entre arena por montones y montones de lágrimas reprimidas por los ojos que las tienen en cautiverio porque el orgullo de pendejo las retiene en mala.
Y la conchetumare, y la tristeza y la pobreza y el trastorno psicológico que por fortuna no llega porque el pendejo no es tan ahueonao. Y luego es el renacimiento, el ensalzamiento, el vaivén, el balancín de la plaza del barrio, vaivén, va-y-vén, va y viene el vaivén; aliteración del alma que vuela metafórica por la dulce sinestesia del oído, y es la anáfora y es la crisis que acecha a la familia de clase media, de clase media rara, de clase media freak, media naranja, media entera; clase entera, familia de clase entera, la familia de clase entera.
Y al otro día el pendejo se levanta, se sale del borde, del borde del borde y la cresta de la ola y la concha de tu hermana, y es entonces el éxtasis del alma; entonces es catarsis y vaivén otra vez, y es la vida que vuela a propulsión desgarrando los cielos tapados en smog capitalino, y es la vida y la muerte; no, es la vida sin la muerte, la vida sola, la vida misma, la vida en vida: la vida.

jueves, 24 de abril de 2008

Torna-do (en el miocardio)

Invádeme. Invádeme como la brisa invernal que se cuela por las rendijas de la puerta (y la estufa no sirve, porque la brisa entra igual), y que postra a las abuelitas en una cama-camita-camilla-camarote-camarón con cuarenta de fiebre. Invádeme como el haz de luz que destrona a la inquietante paradoja negra; como el haz de luz blanca que se torna amarilla que se torna roja que se torna verde que se torna pasto que se torna girasol que se torna tornasol que se torna tornado que se torna viento que se barlovento que se sotavento que se torna brisa. Luz que se torna en brisa, brisa que se torna en luz. Brisa y luz que invaden una casa, la casa del corazón, que la invaden y la colman y la vacían hasta dejarla sin sangre, porque la sangre y el amor no caben en el mismo corazón y menos cuando me invades, así que la sangre huye despavorida por las arterias de la capital cardiovascular colapsada por el Transangrentiago.

cuerda floja

pendiente.
como en la ecuación de la recta pero no.
pendiente.
pendiente de péndulo
pendiente
(en lista de espera; saque su numerito).
una sagita de inseguridad que atraviesa secante los umbrales de la mente
y que colma de quietud la caja toráxica
(exenta de cigarrillo en ese entonces).

inmovilidad/parálisis/paraplejia laríngea
o tal vez flojera.
flojera de flojo que con cueva hace su cama
y flojera de cuerda que con cueva resuena
como un hálito de microbios en antibiótica muerte.
inmovilidad laríngea
inmovilidad personal
inmovilidad psicológica
inmovilidad social
inmovilidad sexual
inmovilidad inmóvil
que se cuela por los poros
y por los fonos
y por las vías aéreas
y por las hormonas inactivas de púber-adolescente
y por las hormonas inactivas de púber-adolecente.

negligencia.
negligencia vocal
negligencia oral
negligencia médica
porque dos años no pasan volando.
dos años
(y algo)
duelen.
duelen en la garganta
duelen en el pecho
duelen en el corazón
duelen en el alma
duelen en la calle
duelen en el almacén
duelen en el teléfono
(oiga niña, ¿está su mamá?)
duelen.
duelen y tiran fuerte.
cuerda floja pero tirante
tangente a la tristeza oculta de quinceañero perno.

Aviso

Escasos pero estimadísimos lectores:


Informo que desde ahora sólo subiré algunos de los textos que escriba, a diferencia de lo que hacía antes, que era subir todo lo que escribía. ¿A qué se debe el cambio? Fundamentalmente, por dos cosas: la primera es que ustedes no merecen que les suba pura mierda al blog, por lo que postearé sólo los textos que a mi parecer sean buenos y agradables para la lectura; y la segunda es que tengo un cuaderno con todos mis escritos, por lo que me parecería estúpido tener el blog y además el cuaderno.
Cabe hacer notar que las obras aquí publicadas no están ordenadas cronológicamente.


Disfruten la lectura.