domingo, 1 de febrero de 2009

sin título

El caballero está triste.
Ha decidido colgar la armadura
en el salón más recóndito de la casa
dejar a un lado del velador sus sueños quijotescos
junto al vaso de la dentadura postiza
y dormir, dormir más de veinteycuatrohorasdiarias
hacer tuto prolongado
y prolongable
más allá
del
sueño
mismo.

El curita no quiere.
Don Curita Tatito no quiere que el caballero duerma
(le gusta molestar por las tardes y por las noches
en diversos matices y diversos noticiarios).
Aunque le gustaría colgar la sotana
disfrazarse de abuelita y devorar caperucitas
y caperucitos
o tal vez dormir, dormir más de veinteycuatrohorasdiarias.
Pero no puede
Don Curita Curahuilla se vale de Canal 13
para ganar 13
veces
más
que

y botarse a los placeres mundanos
(que son pecado, pero
hasta Tatita Dios acepta de vez en cuando unas lucas
y unas chelas).

El caballero está triste.
El quijote paralítico
(que alguna vez albergó sueños
y que fue abatido por los calendarios
y el cáncer molino de viento
cuyas aspas se extienden hacia todo su cuerpo)
sindulcineasinsanchosinniunahueá
(¿para qué seguir, entonces?
Los quijotes sin sueños
y sin nadie para quién soñar
son inútiles
(y los quijotes con sueños tambiénporquesielquijotenoesingenieronosirve
pero eso es cuento aparte)
para el mundo).

El caballero ingresa al pabellón
con un séquito de alfiles blancos
que le entierran tubos hasta en el alma
(y él no, no quiere
¡entiendan, mierda!
Déjenlo que se nos vaya
a descansar con sus libros quemados
y sus sueños enterrados).
Le duele la vida
Es un dolor andante
un dolor que duele (que d u e l e)
y que sepulta en lo más profundo.

Háganle caso al pobre viejo
y déjenlo que muera su muerte:
Hace harto rato ya que está muerta su vida.




(nuevamente hago la acotación: este poema, al igual que muchos otros, tiene problemas de formato porque la tecnología me gana.)