martes, 11 de septiembre de 2012

treinta y nueve onces

Muchxs van a reclamar mañana porque no tienen luz, porque llueven las piedras, porque estxs pendejxs andan puro hueveando, que qué se han creído, si ni siquiera estaban vivxs para el golpe, terroristas, deberían llevárselxs presxs a todxs. Igual que para el 29 de marzo, el "día del joven delincuente". 
Mi deseo es que se corte la luz cuanto sea necesario para que salgamos, aunque sea por un rato, de la comodidad burguesa en la que vivimos. Que se corte la luz ojalá por varias horas, y que durante esas horas sólo tengamos por iluminación el fuego de unos neumáticos quemándose. Y que ese fuego (junto a las piedras que llueven, junto al fascismo que flamea al viento en los techos de las casas en septiembre, junto al humo de las lacrimógenas esparcido por ese mismo viento) nos ayude a recordar que durante diecisiete años en este país se torturó, se asesinó y se hizo desaparecer a miles de compañerxs sólo por el hecho de querer construir una sociedad mejor. Y que también nos ayude a recordar (o a caer en la cuenta, según sea el caso) que en estos veintidós se ha profundizado el modelo económico y político que nos implantó la dictadura, y que, aunque de forma más velada, los vejámenes hacia compañerxs continúan. Baste recordar, por dar un nombre, a la compañera Claudia López, asesinada un 11 de septiembre de 1998, cuando ya habíamos "vuelto a la democracia". Con hartas comillas. 
A 39 años del golpe militar, es imposible dar vuelta la página. Es imposible porque las atrocidades que se cometieron en la dictadura están impunes, situación que la Concertación no se molestó en revertir, probablemente abogando por una ilusoria reconciliación nacional. Jamás habrá reconciliación mientras esos crímenes no se paguen. Y más aún, jamás habrá reconciliación alguna mientras sigan existiendo opresorxs y oprimidxs. No nos vamos a reconciliar con quienes nos han confinado históricamente a la miseria y a la sumisión. Menos si intentan hacernos creer que por haber votado NO en 1988 (si es que lo hicieron; otórguesenos el beneficio de la duda) están de nuestro lado. 

Otra cosa: mañana juega Chile, intento vano por hacer que el 11 sea un día como cualquier otro. Ojalá todxs tengamos presente que cada grito de gol, cada celebración, cada regocijo, es un festejo por esta patria fascista, por esa bandera cuyo color mayoritario no por nada es el rojo, porque está manchada de sangre de miles de compañerxs.