Es sharsha y cuático llegar a un punto en que te distancias tanto de alguien (por diversos y justificados motivos), que tu relación se va transformando paulatinamente en simples heces fecales, como aquellas que tenían en sus uñas las higiénicas cocineras del Casino Reyval.
Pero es más sharsha y más cuático que, aunque trates de tirar la cadena varias veces, no puedes, porque es una cadena que debes tirar en conjunto con la otra persona, y pareciera que ésta trata de eludir lo más posible su concurrencia al W.C., de tal modo que el desecho se queda ahí, flotando mutantemente en el inodoro del amor.
Lo más tellible de todo este bañístico asunto es que no encuentras el sopapo para poder vaciar la huevá a la mala, sacando todas tus fuerzas de macho recio, que has demostrado poco durante los últimos diecisiete años. Así que no te queda otra opción que convencer de algún modo a la otra persona de entrar al cuarto de baño, por mucho que a ella no le guste.
Y es comprensible que no le guste, porque los baños encierran muchas cosas, como la desesperación de que tus desechos biológicos no salgan, o el olor que éstos dejan (a menos que uses Glade toque en cualquiera de sus variedades), o la desesperación, como en este caso, de no poder tirar la cadena como tatita dios manda.
Lo brígido es que el baño encierra más misterios y desesperaciones que las anteriormente mencionadas. En un caso como el que planteamos, al tirar la cadena existe la posibilidad de que uno de los dos se vaya por el water (probablemente, el que no tenga los pies puestos en la tierra del todo). Existe, también, la posibilidad de que, luego de tirar la cadena, las heces regresen con decisión a aparecer en la superficie del agua, ya sea por un problema con el inodoro en cuestión (en cuyo caso se recomienda llamar a un gásfiter) o por un error metódico de quienes hayan tirado la cadena. Si es por lo segundo, se recomienda dejar que dichas heces sigan su curso. En tal caso, existen tres posibilidades a plazo: que permanezcan ahí, que lleguen definitivamente a su hogar en el Río Mapocho, o que dejen de ser heces para volver a ser lo que eran antes: un bolo alimenticio producto de dos enamorados que se ingieren mutuamente.
Pero es más sharsha y más cuático que, aunque trates de tirar la cadena varias veces, no puedes, porque es una cadena que debes tirar en conjunto con la otra persona, y pareciera que ésta trata de eludir lo más posible su concurrencia al W.C., de tal modo que el desecho se queda ahí, flotando mutantemente en el inodoro del amor.
Lo más tellible de todo este bañístico asunto es que no encuentras el sopapo para poder vaciar la huevá a la mala, sacando todas tus fuerzas de macho recio, que has demostrado poco durante los últimos diecisiete años. Así que no te queda otra opción que convencer de algún modo a la otra persona de entrar al cuarto de baño, por mucho que a ella no le guste.
Y es comprensible que no le guste, porque los baños encierran muchas cosas, como la desesperación de que tus desechos biológicos no salgan, o el olor que éstos dejan (a menos que uses Glade toque en cualquiera de sus variedades), o la desesperación, como en este caso, de no poder tirar la cadena como tatita dios manda.
Lo brígido es que el baño encierra más misterios y desesperaciones que las anteriormente mencionadas. En un caso como el que planteamos, al tirar la cadena existe la posibilidad de que uno de los dos se vaya por el water (probablemente, el que no tenga los pies puestos en la tierra del todo). Existe, también, la posibilidad de que, luego de tirar la cadena, las heces regresen con decisión a aparecer en la superficie del agua, ya sea por un problema con el inodoro en cuestión (en cuyo caso se recomienda llamar a un gásfiter) o por un error metódico de quienes hayan tirado la cadena. Si es por lo segundo, se recomienda dejar que dichas heces sigan su curso. En tal caso, existen tres posibilidades a plazo: que permanezcan ahí, que lleguen definitivamente a su hogar en el Río Mapocho, o que dejen de ser heces para volver a ser lo que eran antes: un bolo alimenticio producto de dos enamorados que se ingieren mutuamente.
2 comentarios:
q penca D:
Me gustó, esa forma de narrar parecida al Diario La Cuarta le da un toque de humor al tema central, que más que todo denota seriedad.
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