Me detengo frente al manzano del parque
y me siento a pensar
mientras el manzano me tira manzanas
porque me tiene mala
mala de malicia de maldad de maldito de marlboro
y me rebotan en la cabeza pero no se me prende la ampolleta
simplemente me las como:
para eso son.
Me detengo frente a las manzanas del manzano
observo su textura
su rojo sexual
penetrante orgásmico
su pulpa y sus pepas
y las admiro embelesado con mi cara de cara.
Esa pulpa
que es como el fondo del abismo
el fondo de la vida
el fondo del fondo
que se esconde en otro fondo
¿cierto, Alejandra?
Y cuál es entonces el fondo del fondo
para qué la metafísica y para qué el fondo
si la pulpa es pulpa y el abismo es abismo y la vida es vida
y es muerte
y es el fondo mismo.
Me detengo frente a un manzano
Pero es otro, otro manzano
que aguarda a que llegue su Newton
su Julieta
lamentablemente yo no soy, lo siento.
Tengo cosas más importantes que hacer
que pensar en física
o en metafísica
Pienso en el poema
en la panamericana que es la vida
porque la vida no es sueño
(don Pedro, revuélquese en su tumba,
pero en la buena onda)
la vida es vigilia, es insomnio
es la base y la cúspide de todas las cosas.
En ojos abiertos, no entran moscas
ni mosquitos ni mariposas ni abejas
tal vez polillas
pero para eso existe la naftalina.
Y entonces me detengo frente a don Mauro
y le pregunto: “Don Mauro, ¿qué hace aquí?”
a lo que me responde: “Lo mismo que voh poh, conchetumadre”.
Y es que eso es la vida
el encontrarse y reencontrarse
e insultarse y reconciliarse
y vivir y ser y no dormir y mutar
para simplemente ser la manzana más roja
caída del manzano más próximo.
(Nuevamente la tecnología me derrota. El poema no se posteó bien, tiene espacios que no sé cómo poner en el blog. De todas maneras, disfrútenlo como puedan.)
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