Durante la última semana se ha revivido una decimonónica discusión en torno a si debe legalizarse en Chile el aborto terapéutico. En general me da mucha lata participar de esta discusión, porque me sorprende ingratamente darme cuenta de que ciertas cosas que unx asume de 'sentido común' (como la existencia legal del aborto terapéutico o, retrotrayéndonos al año 2008, la píldora del día después) presentan una férrea oposición de parte de la vereda contraria, de lxs que tienen el poder y que no están dispuestxs a perderlo. Y también de muchxs de lxs nuestrxs, que se han comprado el discurso de que hay que defender la vida a toda costa que nos venden los medios. Esta postura que niega a las mujeres el derecho a decidir sobre su cuerpo, a decidir autónoma y conscientemente cuándo y cómo ser madres (y si quieren serlo), se ha denominado (por los medios y por sus mismxs promotorxs) como 'pro-vida', mientras que a nosotrxs, quienes desde una perspectiva feminista defendemos el derecho de la mujer a abortar sin apellido (es decir, bajo cualquier circunstancia) se nos sindica de asesinxs, antisociales, desadaptadxs, resentidxs, en fin. Por otra parte, existe una tercera posición más 'concertacionista', que apoya el proyecto de aborto terapéutico que se discute en el Senado, es decir, la posibilidad de interrumpir el embarazo en casos de inviabilidad fetal, de peligro de vida de la madre o de violación. Dicha opción también me parece insuficiente y discriminatoria, pero no es a esto a lo que me quiero referir en esta nota, sino al concepto de 'pro-vida'.
Por pro-vida se entiende a todo aquel que defiende el derecho a la vida bajo cualquier circunstancia. La posición común de todo este grupo se reduce básicamente a que desde el momento de la fecundación "hay una vida" y que nosotrxs no tenemos ningún derecho a "decidir sobre esa criatura inocente". No hace falta hacer alusión a los innumerables ejemplos de las atrocidades que han dicho lxs 'pro-vida' sobre la mujer y su cuerpo. Creo que, más allá de las bromas, la frase de Ena von Baer refleja muy bien el pensamiento general de este grupo: el cuerpo de la mujer no le pertenece.
El concepto de pro-vida, no obstante, es tremendamente engañoso. En primer lugar, porque fija una barrera (inexistente) entre quienes supuestamente están a favor del derecho a la vida (ellxs) y quienes supuestamente estamos en contra (nosotrxs). Y en segundo lugar, porque esta defensa acérrima del derecho a la vida llega solamente hasta el momento del parto, ya que desde ese momento es la madre quien tiene que cargar con la criatura que quizás no quiso tener. Lxs poderosxs que defienden el derecho a la vida tienen los medios para sustentar a lxs hijxs que traen -y que quizás no deberían traer- al mundo (ejemplo perfecto es la familia Opus Dei), pero la joven que tiene una guagua en la población, o la que estudia, o la que trabaja y es explotada precisamente por lxs mismxs que prohíben el derecho a abortar, no tienen los medios necesarios para brindar una buena vida al bebé que nació. Y no porque no quieran, ni porque no se esfuercen, ni porque sean flojas. Cuando unx no tiene lo que esta sociedad neoliberal llama "una situación acomodada", cuando unx ha vivido en carne propia la pobreza, cuando unx ve que su gente se saca la cresta para ganar una cagá de sueldo a fin de mes, queda en evidencia que quienes se dicen defensorxs de la vida son cualquier cosa menos eso, que en realidad sólo promueven esquizoidemente la natalidad porque le es útil al sistema traer mano de obra barata al mundo, porque es negocio redondo para ellxs que explotan a nuestra clase dándonos sueldos de miseria y llenándose los bolsillos a costa nuestra. Su cuento de defender la vida es una mentira, porque mientras el aborto sigue siendo ilegal por culpa de ellxs, miles de mujeres mueren año a año por practicarse abortos ilegales en condiciones inhumanas. La vida de esas mujeres para ellxs no cuenta. Y mientras siga siendo ilegal el aborto, seguirán muriendo mujeres, y a ellxs no les va a importar, porque a quién le importa la vida de una mujer, y menos si esa mujer tuvo el coraje de asesinar... a algo que ni siquiera se puede denominar científicamente como "vida". Los casos de violación, de inviabilidad fetal o de peligro de vida de la madre, en tanto, ni siquiera resisten análisis. El cuento del derecho a la vida es una mentira, porque mientras siguen naciendo bebés con problemas graves, no existe atención de salud pública de calidad para tratar esos problemas. Su cuento del derecho a la vida es una mentira, porque le arruinan la vida a una mujer que quizás sí quería ser madre, pero en otro momento de su existencia y no en el que le tocó. Su cuento del derecho a la vida es una mentira, porque a todxs lxs que nos levantamos contra la vida de miseria que llevamos por su culpa nos reprimen, nos golpean, nos torturan e incluso asesinan, como ocurrió durante la dictadura de Pinochet, y como ha ocurrido y seguirá ocurriendo en esta mentira de democracia. No nos vuelvan a repetir nunca más que están a favor de la vida, porque no les creeremos.
Desde esta vereda, en tanto, sin intención de querer tomar la voz por mis compañerxs, yo señalo que nosotrxs sí estamos a favor de la vida. Pero a favor de una vida digna, a favor de una vida de verdad, a favor de una vida libre, a favor de una vida QUE NOS PERTENEZCA. Por eso luchamos día a día. Por eso creemos que se nos debe garantizar el derecho al aborto, sin ningún tipo de apellido, y que su acceso sea libre para todas las mujeres que lo necesiten. Pero también creemos que se nos deben garantizar sueldos dignos, educación y salud dignas, todo lo que el actual sistema no nos garantiza. Porque ellxs no están a favor de la vida, y menos de nuestras vidas. Y dado que esto es así, nosotrxs estamos absolutamente en contra de ellxs y de cualquiera que coarte nuestro derecho a decidir sobre nuestra vida.
2 comentarios:
Fue lo más regio ver este texto en el mural de la Sesegen.
porque a ti te publican.
(mor, dis iz mi)
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